ESPAŅOL - Vivamos como verdaderas hijas de la Virgen
Data: Domenica 11 Gennaio 2015, alle ore 17:20:27
Argomento: Lingue straniere


María en el Carmelo Teresiano contemplativo femenino - Esquema de orientación de la Casa General, Roma 2008.



«Después de haber reflexionado sobre la lectio divina, el seguimiento de Jesús, cada uno de los votos religiosos y la vida fraterna en comunidad, trataremos de profundizar en el capítulo tercero de las Constituciones: Vida Mariana del Carmelo. |Como carmelitas descalzas pertenecemos a una familia consagrada especialmente a su amor y culto. La presencia de María impregna totalmente la vocación carmelitana y confiere una impronta mariana particular a nuestra contemplación y a nuestra comunión fraterna, a la abnegación evangélica y al espíritu apostólico1. Hablando del culto a la Virgen, el Concilio Vaticano II denunció sea la exageración de contenidos o de formas que llegan a falsear la doctrina, sea la estrechez de mente que oscurece la figura y la misión de María2. Pablo VI, en su Exhortación apostólica Marialis cultus señaló cuatro orientaciones para el culto a la Virgen: bíblica, litúrgica, ecuménica y antropológica que deben guiarnos como telón de fondo en nuestra reflexión. La orientación bíblica lleva a colocar a María dentro del misterio de Cristo y de la Iglesia desde su condición de mujer sencilla de un pueblo pequeño, Nazaret, en donde vivió en un momento concreto de la historia. El conocimiento de la Virgen se da a través de la Escritura y hay que partir de ella. Los pocos textos que nos hablan de María nos trazan los rasgos principales de su persona y de su vida. Desde la perspectiva litúrgica, María aparece como ejemplo de la actitud espiritual con que la Iglesia celebra y vive los divinos misterios: actitud oyente, orante y oferente. María es la Virgen oyente, que acoge con fe la palabra de Dios. Es también la Virgen orante que en el Magnificat abre su espíritu en expresiones de glorificación a Dios, de humildad, de fe, de esperanza. Virgen orante aparece María en Caná donde, manifestando al Hijo con delicada súplica una necesidad temporal, obtiene además un efecto de la gracia: que Jesús, realizando el primero de sus "signos", confirme a sus discípulos en la fe en Él (cf. Jn 2, 1-12). Igualmente el último trazo biográfico de María nos la describe en oración: los Apóstoles "perseveraban unánimes en la oración, juntamente con las mujeres y con María, Madre de Jesús, y con sus hermanos" (Hch 1, 14). Finalmente, María es la Virgen oferente. En el episodio de la Presentación de Jesús en el Templo (cf. Lc 2, 22-35) María lo ofrece y se proclama la universalidad de la salvación que realiza Cristo, luz para alumbrar a las naciones [...]»

 







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